Oct 10 2010

A vueltas con la candidatura unitaria de izquierdas a las municipales de Alfafar

Category: Copiado y pegado,Elecciones Municipales 2011admin @ 0:05

Preocupado y ocupado en el tema, os dejo una reflexión leída en el diario PUBLICO, del profesor Carlos Taibo.

El original aquí

Los resaltados son míos.

REFUNDACIÓN DE LA IZQUIEDA

CARLOS TAIBO

No parece que Izquierda Unida, en su designio de refundarse, haya atraído de manera significativa a esos movimientos sociales que están, legítimamente, en su punto de mira. Aunque hay quien aducirá que muchos de los activistas de esos movimientos sienten un recelo biológico ante las ofertas que llegan de la coalición de izquierdas, no será bueno que en este caso nos quedemos con esa fácil explicación. No vaya a ser que esos activistas operen con IU como lo hacen tantos de nuestros dirigentes políticos ante los cambios que se registran en la izquierda abertzale…
Sin que pueda presumir de ningún conocimiento certero al respecto, creo que, sintonías cognitivas y emocionales aparte, los activistas que me ocupan –o la mayoría de ellos– aprecian como poco tres carencias en la oferta que IU plantea. La primera de ellas nos recuerda que, aunque Izquierda Unida declara ser una fuerza orgullosamente anticapitalista, la concreción programática de esa definición deja mucho, muchísimo que desear. Y es que, al fin y al cabo, lo único que IU parece reivindicar en estas horas es la preservación de nuestro maltrecho Estado del bienestar y, en paralelo, la reconstrucción de la desregulación perdida al calor de las prácticas neoliberales. El proyecto correspondiente, incapaz de abandonar el escenario que el sistema ofrece, se ajusta entonces a lo que cabe entender que es una socialdemocracia consecuente. Esta última, contenta con gestionar el capitalismo, no tomaría en serio en momento alguno, sin embargo, la posibilidad de salir de él. En tal sentido, IU no llevaría delantera alguna a nuestros sindicatos mayoritarios, lamentablemente enfangados en el mismo lodazal. Permítaseme agregar, eso sí, que no deseo ignorar en modo alguno que existen diferencias muy honrosas entre ese proyecto de socialdemocracia consecuente y el triste remedo de la letanía neoliberal que nos ofrece la socialdemocracia oficial articulada en el Partido Socialista. Pero me temo que a estas alturas muchos están ya por otras cosas y miran con desdén aquellas propuestas que se contentan, por ejemplo, con reclamar la reconstrucción del sector público de la economía sin hacer, al tiempo, llamadas claras a la socialización y la autogestión.
La segunda de las carencias invocadas no es otra que la vinculada con el papel meramente retórico que Izquierda Unida parece atribuir a un problema acuciante: el de los límites medioambientales y de recursos del planeta. Cuando IU contempla ese problema en los términos en que lo hace, está acatando sin rebozo un discurso, el dominante, que nos dice que debemos aparcar cualquier consideración seria de la cuestión ecológica en provecho de la resolución, imperiosa, de los problemas económicos y sociales del momento. Crasa equivocación esta que olvida que el crecimiento económico por todas partes idolatrado, el cambio climático con sus tétricos efectos, el encarecimiento inevitable en los precios de la mayoría de las materias primas energéticas y la prosecución del expolio de los recursos humanos y materiales de los países pobres tienen tanto o más relieve que la resolución, cargada de equívocos, de esa crisis que el sistema prefiere etiquetar, interesadamente, de financiera. De nuevo se hace evidente que lo que en realidad se halla en quiebra no es, pese a las apariencias de las que bebe un omnipresente y biempensante discurso, el proyecto neoliberal, sino la propia civilización capitalista.
La tercera de las carencias que explica muchos de los recelos de tantos movimientos sociales es la certificación de que en el proyecto orgánico de IU –no hablo ahora de lo que puedan hacer por su cuenta muchos de sus respetabilísimos militantes– no se aprecia ninguna voluntad de construir, desde abajo y desde ahora, un mundo nuevo. Ahí está, para testimoniarlo, el hecho de que en Izquierda Unida, que se ha inclinado por mantener sus pactos de gobierno con el Partido Socialista, tiende a confundirse sibilinamente la refundación de la organización propia –su supremacía no se somete a discusión– con la refundación de la izquierda en general. La trama principal –se presente como se presente– sigue siendo la característica de cúpulas dirigentes que concurren a las elecciones y nos ofrecen cambios que habrán de llegar a través de leyes aprobadas por los parlamentos. Si en el discurso de esas gentes aparecen muchas veces la república, la ciudadanía y la sociedad civil, rara vez se asoman, infelizmente, y por el contrario, la autogestión, la democracia directa, la contestación franca del vigente orden de propiedad y la denuncia de la explotación y de la alienación. Que el terreno en el que quieren jugar está lleno de minas y de arenas movedizas –así, las de una propuesta de república federal que parece esquivar que antes hay que garantizar, por lógica, la plena voluntariedad de las adhesiones, y que para eso hace falta un reconocimiento expreso, y previo, del derecho de autodeterminación– lo sabe a estas alturas el más torpe. Aunque, claro, uno está llamado a entender rápidamente las cosas si el objetivo mayor de Izquierda Unida no es atraer a los movimientos sociales alternativos, sino hacer lo propio con los votantes socialistas descontentos…
Bien está que IU asuma, en fin, un discurso crítico sobre la Transición y procure emplazarnos en un escenario distinto del derivado de aquella. Tienen los activistas el derecho a preguntarse, sin embargo, si la propia coalición de izquierdas no es, en su pulsión electoralista, en su livianísima respuesta ante tantas agresiones, en su lastre burocrático y en sus opciones programáticas, una de las paradójicas secuelas de las muchas miserias que nos ha regalado esa Transición. Como tienen el derecho a preguntarse si –al exigir toda refundación, por lógica, que se modifiquen las bases de sustento– IU nos está ofreciendo algo realmente nuevo.

Carlos Taibo es profesor de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid

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Ago 13 2010

Esperando la tormenta. Luis Sepúlveda en el diario «Público»

Category: Copiado y pegado,Opiniónadmin @ 8:27

Los minusválidos intelectuales esperan el momento de defender su puesto de trabajo machacando a los diferentes. «La roja», «Soy español, español, español»  son  preparativos para «moros fuera», «negros fuera», «España para los españoles».

Las crisis (económica, de trabajo, de servicios públicos, de políticos  corruptos…..) nos tienen atenazados, incapaces de articular un discurso integrador y que genere esperanza. Esperemos la tormenta

El original aquí de la sección Dominio Público del diario Público. Las negritas son mías.

LUIS SEPÚLVEDA

Este verano ha sido largo y caliente en el norte de España, el verde casi idílico de los valles asturianos se ha tornado mustio y los paisanos suspiran mirando al cielo en busca de las nubes que necesariamente han de traer la tormenta.
Hace ya muchos años, en casa del general Omar Torrijos, en Panamá, tuve el privilegio de conocer a Graham Greene y, en una tarde de tormenta tropical, me acerqué hasta la hamaca en la que el gran escritor bebía whisky con ademanes sacramentales. Tras compartir una media hora de silencio, me preguntó si quería saber en qué estaba pensando. Mi respuesta fue un sí rotundo, y el gran escritor me contó que tenía la frase final de una novela, pero nada más que la frase final, del resto del argumento no tenía ni la menor idea. La frase rezaba: “Y en eso llegó la tormenta”.
Nunca más volví a estar cerca de Graham Greene. Omar Torrijos murió en un extraño accidente urdido por la CIA que permitió a un sátrapa de apellido Noriega hacerse con el poder en Panamá y de paso facilitar una invasión norteamericana, y otros dos presentes en aquella tarde memorable tampoco están en este mundo: Hugo Spadafora perdió la vida en otro curioso accidente aéreo, y a Chuchú Martínez, la mano derecha de Torrijos, le falló su noble corazón de panameño, pero esa frase permanece en mi cabeza y suena con el timbre de voz susurrante de Graham Greene: “Y en eso llegó la tormenta”.
Cuando la canícula se hace insoportable, cuando el aire ahoga, cuando el cielo amenaza con pegarnos al suelo, entonces deseamos la tormenta salvadora, y desde hace ya varios años en España miramos al cielo buscando las señales de esa tormenta que tiene como misión hacer respirable el aire ciudadano, el aire calentado y envilecido por el odio de la derecha que ha reemplazado a los argumentos, a la posibilidad de discrepancia, al urgente diálogo civilizado.
Son muy pocos los países en los que el odio de la derecha ha llevado a situaciones tan grotescas como las que hemos presenciado en España. Desde el intento de sacar rédito político a la tragedia del 11-M, hasta buscar el enfrentamiento social mediante los mensajes apocalípticos que se sucedieron tras la aprobación de leyes como la que legaliza las uniones entre personas del mismo sexo, la Ley de Memoria Histórica, la que entrega una educación para la ciudadanía, o la que amplía un derecho tal elemental como es el de permitir que las mujeres decidan sobre su propio cuerpo, el lenguaje callejero de la derecha española ha sido de un odio virulento, de un odio que ha calentado la atmósfera hasta hacerla irrespirable.
Hemos presenciado el espectáculo de una Iglesia sedienta de volver a los tiempos del nacional catolicismo, llamando a defender a la familia, pero sin decir una palabra acerca de los miles de casos de abusos de menores perpetrados por sujetos de sotana y rosario. Hemos visto como el líder de la derecha abría las puertas a la más pura xenofobia proponiendo un contrato mediante el cual los extranjeros se comprometían a respetar las costumbres españolas, pero sin indicar ninguna. Hemos visto como, en lugar de proponer ideas, se festeja la subida monstruosa del paro como un éxito de la labor opositora.
Hace unos días tomé un taxi en Madrid y, aunque por regla de salud no converso con los taxistas, no pude evitar que me salpicara con sus babas de odio. El hombre sugería una intervención de la legión en Catalunya para poner en su lugar a esos cabrones, porque la prohibición de las corridas de toros era una ofensa a España, a los españoles, y sobre todo a él mismo, quintaesencia de la españolidad. Le pregunté si no sabía que los canarios habían hecho lo mismo el año 91, y su respuesta fue: los canarios, esos no son españoles, son africanos.
Días más tarde en mi pescadería de Gijón una anciana vaticinaba que lo de los catalanes prohibiendo los toros era el primer paso y que el siguiente era la quema de iglesias o la obligación de abortar. Su rebequita de ganchillo destilaba odio. Luego, en la fila frente a la caja de un supermercado, un asturiano y español de pura cepa indicó mi ramo de albahaca plastificada y exclamó: cómo no van a subir los precios si traen cosas que comen los extranjeros y de lo de siempre no se encuentra nada. Le indiqué que la albahaca era andaluza y su respuesta fue: si no te gusta lo de aquí, por qué no te largas a Barcelona o al país vasco que es donde os sentís a gusto.
Alguien puede alegar que las opiniones de ese taxista legionario, de la ancianita temerosa de abortos por decreto y del analfabeto gastronómico son excepciones, y tiene razón. Pero son excepciones que confirman una regla peligrosa pues el lenguaje del odio, el discurso del odio de la derecha española, va dirigido precisamente a esos minusválidos intelectuales cuyo patrimonio cultural se limita a una torpe idea la patria como hábitat, y a la religión como elemento autoafirmador de su ignorancia.
Y mientras tanto sigo esperando la tormenta. Una tormenta de ideas, pero progresistas, de izquierda, cargadas de humanidad e inteligencia, porque al odio desatado por la derecha sólo podemos responder desde la inteligencia social, desde la sensibilidad social.
Cuando llegue ese momento pensaré en el viejo Graham Greene con su vaso de whisky en la mano y susurrando: “y en eso llegó la tormenta”.

Luis Sepúlveda es escritor. Autor de ‘La sombra de lo que fuimos’

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May 04 2010

Grecia: Comentario a una noticia del diario Público

Category: Copiado y pegado,Opiniónadmin @ 0:05

En muchas ocasiones encuentras gente que es capaz de explicar lo que sientes mucho mejor de lo que tú mismo. En éstos casos es mejor copiar y pegar que intentar escribir algo más adecuado (siempre tuve claro que no soy un buen escribidor).

Dice al final: «El programa de ajuste agravará la recesión en Grecia»
Esperemos que los trabajadores griegos sepan estar a la altura y defiendan con valor sus derechos, y que su lucha sirva de ejemplo para los siguientes planes de saqueo que se ciernen sobre otros Estados de Europa.
No sólo agravará la recesión, sino que llevará a la ruina a muchos trabajadores por años y años. Y es que la recuperación económica y la ruina de los ciudadanos ya no se relacionan inversamente sino directamente. La economía puede volver a crecer pero no lo harán los salarios ni la calidad de los empleos ni las ventajas sociales puesto que la recuperación se hace sobre las espaldas de los trabajadores, y a la espera de un nuevo fiasco del capital y de otro plan de saqueo y explotación.

Eso es lo que pregona la vulgata monetarista sólo que añadiendo toneladas de demagogia y propaganda.

Aquí el comentario y aquí la noticia.

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Mar 21 2010

Isaac Rosa: Una genialidad

Category: Copiado y pegadoadmin @ 1:08

Genial Isaac Rosa en Público

Qué le dice un broker a un cardenal

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